LA COMPRA
-Bienvenida a mi modesto estudio. Entiendo que sabía la palabra para entrar, así que estamos entre amigos. -dijo el hombre, obsequioso.
-Vine de muy lejos para poder conocer el estudio del Gran Armero Racam. -dijo la mujer.
Ella se movía como ensoñada mirando las armas colgadas en la pared, en muebles por todos lados. Tocó una hoja con expresión de asombro.
-¿Y ésto, armero?-preguntó la mujer.
-Ésta es mi obra maestra, el estilete Racanio. Le puse el nombre, como sabrá, por mí.
La mujer lo tomó con elegancia. Y dió dos estoques rápidos y volvió a la posición central.
-¿Y porqué es su obra obra maestra, Gran Armero? -preguntó la mujer.
-Parece un estilete común, pero tiene dos secretos; la punta reforzada y la hoja es extremadamente flexible, de una aleación secreta. Lo diseñé para poder atacar a esos insurgentes acorazados de Ebelion. Uno ataca y, si choca contra armadura, por la fuerza misma la hoja se desliza y si encuentra una rendija entra. Y apuñala.
-¿Cuánto por uno? -preguntó la mujer.
-Doscientos.
-Con es me puedo comprar una armadura entera.
-Sí, pero no estaría a salvo de mi estilete Racanio. -dijo el hombre y rió.
-¿Y eso de ahí? -la mujer señaló un pequeño cuchillo curvo.
-Esto es nuevo. No tiene ni un mes. Un cuchillo de degüello. Pequeño, estable -al decir esto lo sostuvo con un dedo por el medio- y extremadamente afilado. Es tan fina la hoja, que el corte parece un beso. Viene con una piedra especial para mantenerlo así.
-Me interesa, ¿puedo verlo?
-Éste, si lo lleva con el estilete se lo dejo en ochenta. Nunca le pregunté su nombre ¿señorita?
-No soy ninguna señorita -al decirlo la mujer rió- Me llamo Shuna.
-Ah, Shuna, sí. Algo me dijo uno de nuestros amigos, seguro. Lo debo haber olvidado.
-Shuna, de Ebelion.
Lo que pasó después fue como un beso.