LA LECCIÓN
-La clave de la magia está en la expectativa y los resultados. Muchos creen en que los magos somos como dioses que invocamos dragones y rayos. Eso es y no es cierto. -dijo la mujer y miró al príncipe a los ojos- Podría mostrarte un objeto que es un talismán del azar, uno que es esclavo y señor a la vez. ¿Se atreve a verlo?- dijo ella, el joven asintió.
-¡Un dado! Un truco bastante fácil ¿no?
-¿Truco? Antes no había un nada y ahora lo hay. -dijo y lo deslizó entre los dedos con una sola mano -Usted no puede afirmar que antes éste dado existiera antes. No lo sabe. Sólo sabe lo que ve. Que éste dado ahora existe.
-Entonces repítalo o, mejor, haga aparecer un lingote de oro.
-Ese es el metal más noble, invocarlo requiere de una maestría que no tengo. Además, hacer aparecer cosas de la nada consume mucho de mí, y estoy cansada.
-Qué explicación tan conveniente. -dijo el príncipe.
-La magia no es sólo eclipsar una ciudad, es saber manejar la expectativa, la sorpresa y la resolución.
-Si usted lo dice. Igual me habló de un talismán mágico, y yo veo un dado. — dijo el príncipe aburrido.
-¿Y no es un talismán del azar? ¿No es esclavo de sus resultados? ¿No gobierna a los demás en cada tirada?
-Son palabras lindas para algo muy común.
-Preguntele a Ostrobar si no es esclavo de él.
-¿El Caballero Mendigo? ¿Porqué?
-Ser caballero requiere de mucho dinero. ¿Porqué cree que lo apodaron “el mendigo”? -el príncipe abrió los ojos sorprendido — ¿No es mágico entonces? La magia es mucho más que abrir las aguas de un río. Es convertir lo común en extraordinario.
-Sí, pero un dado lo puedo conseguir en cualquier lugar. -dijo él. La mujer lo lanzó frente al príncipe.
Y salió siete.