Microcuento 1
Nov 2, 2024
El Maestro Arquero jamás fallaba un disparo. Tal era su Arte que acertaba a un halcón en pleno vuelo sin mirarlo.
Su aprendiz lo admiraba en un silencio respetuoso. El Arquero le dijo que el máximo arte era prescindir de todo, hasta de las flechas y el arco. ¨Un verdadero Maestro puede hacer que las aves caigan a sus pies sin siquiera tomar su instrumento¨-dijo.
El aprendiz se fue, y cuando volvió, echó maíz en el suelo. Pronto el piso se llenó de gorriones.
El Maestro, en silencio, se arrodilló.