Microcuento 7
Es un tema de orgullo, de reafirmación del Yo; de querer y saber que se puede más, que se puede mejor.
Camila no entiende eso de encajar, de seguir a otros; ella sólo sabe imponer. Y en verdad ¿quién le podría llevar la contra? Las pocas personas que no quedaban absortas con verla, esas pocas, caían ante los argumentos inobjetables, los retruques mordaces. En el trabajo es el monumento a la excelencia. En la calle es la torre del deseo.
Con sus verdades a cuestas, no hay objetivo que no logre, meta que no consiga superar, enemigo que no pueda disminuir.
Sabe siempre qué es lo mejor en cada lugar; se acostumbró a tener razón, a doblegar al mundo a su parecer.
Pero esa es la carga de los mejores, de los que están por encima de los demás. No es gratis, no. Trabajar más que el resto, estudiar hasta que la cabeza diga basta; ejercitarse con el cuerpo temblando de cansancio y hambre.
La vida es una fruta madura que roba todos los días y dispone a su gusto. Todos la envidian, la desean, la temen. Todos quieren acercarse aunque sea para ver si se les pega un poco del brillo.
Todos menos el portero de la oficina, ese tipo mínimo e inseguro.
El que le dijo que no.